miércoles, agosto 29, 2012

Gatillo fácil por dos en Mendoza / Amor materno al estilo policial


Fuente: boletín informativo de CORREPI nº 669
Gatillo fácil por dos en Mendoza.

En menos de una semana, dos casos de gatillo fácil sacudieron a Mendoza. El segundo ocurrió el 14 de agosto, en Guaymallén, cuando un policía de civil salió a perseguir a dos jóvenes que robaron $700 y una billetera en una pizzería. Aunque la versión oficial (que ya le valió la libertad al asesino) es que al dar la voz de alto los jóvenes le dispararon, y por ende, “repelió la agresión”, lo cierto es que Marcos Arias (20) murió fusilado por la espalda. El otro chico, de 14, fue encontrado escondido en el techo de una casa cercana. Él sí está detenido.

Apenas unos días antes, en Las Heras, uno de los suburbios más pobres del Gran Mendoza, Maximiliano Ríos, de 16, fue asesinado por la policía durante un operativo en su casa, debido a la denuncia de una familia vecina con la que había un viejo pleito vecinal. “Estábamos durmiendo a las 6.30 cuando los del GES –Grupo Especial de Seguridad-, me tiraron la puerta abajo. Dispararon dos veces, me golpearon a mí, lo tiraron al suelo a mi marido y fueron a la pieza donde estaban los niños. Lo apuntaron desde la cama y le dispararon”, relató Sandra Agüero, la mamá de Maximiliano sa los medios.

Tampoco en ese caso fue detenido el policía, cuyo nombre, además, fue reservado por sus superiores, mientras, como siempre, se lanzó la versión de que el pibe estaba armado… en su cama y mientras dormía.

Así, mientras la ministra Nilda Garré hace propaganda porque tardíamente decidió echar de la policía al cabo Naredo, el federal que fusiló a Jon Camafreitas, al que todavía no se ha detenido ni procesado pese a que las pericias demuestran que disparó a quemarropa con el arma apoyada en la cabeza del adolescente, la policía mendocina, como las del resto del país, mantienen al día sus estadísticas, a puro gatillo fácil.

Amor materno estilo policial.

También en Mendoza fue noticia que una pareja fuertemente armada asaltó una casa de cambio en San Rafael, sin reparar que sus imágenes quedaban grabadas en una cámara de video. La sorpresa fue cuando se identificó a la mujer como integrante de la policía provincial, y se descubrió que el cómplice era su amante, un taxista casado que había abandonado su mujer e hija para fugarse con la uniformada. También la mujer policía tiene hijos, tres, y de corta edad, a los que dejó al cuidado de una niñera para irse a robar con su novio. Fueron detenidos en San Juan.

Y en la bonaerense localidad de Isidro Casanova, otro episodio delictivo involucró a una mujer policía. En una escuela, el hijo de una oficial principal de la policía federal hirió a un compañero con un punzón. La mujer, de la comisaría 39ª, fue a buscar a su hijo al colegio. Cuando se iban, los amigos del chico lesionado los rodearon, increpando al agresor. Ni corta ni perezosa, la federal extrajo su arma reglamentaria y la disparó dos veces. Afortunadamente, no hirió a ninguno de los indignados pibes.

Dos patéticos ejemplos del amor materno estilo policial.

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