viernes, febrero 04, 2011

Tortura a los presos de San Felipe (Mendoza)

Acá unas noticias recopiladas respecto a las torturas en San Felipe, adonde están los presos en faz de confianza. No hay, no hubo, ni habrá cárceles buenas. Este verdugueo a la dignidad humana no lo merece nadie.
Ni un preso más! Muerte al estado! Viva la Anarquía!!

Los videos que delatan las torturas en el penal de San Felipe
La asociación defensora de los Derechos Humanos Xumek, representada por el abogado Diego Lavado, ex subsecretario de Justicia de la provincia, denunció ante el Ministerio de Gobierno y la Legislatura un caso de tortura producido en el penal de San Felipe.

Por ese motivo, el ministro Mario Adaro ofrece una conferencia de prensa.

La denuncia ofrece como pruebas videos en los que se verifica el acto aberrante de parte de personal penitenciario.

Por ello, solicitaron que "se tomen las medidas de protección pertinentes para resguardar a los internos que se encuentran bajo custodia del personal penitenciario que realiza esas prácticas".

Uno de los diálogos registrados por la cámara de video, es el siguiente:

Penitenciario que filma: “así es con la ratita, ah. La ratita que boconea al personal… Atado como un perro, está, mirá… el bocón”;

- Interno: (exclamaciones de dolor);

- Penitenciario que filma: “Ah, uh… (reproduciendo las exclamaciones de dolor del interno), no me diga”;

- Interno: “YA ESTA!!!..., uh!!!” (mientras se le golpea);

- Penitenciario que filma: “Quién “YA ESTA!!!”, quién “YA ESTA!!!”;

- Interno: “se me ha quebrado una costilla, ya está por favor!!!;

- Penitenciario que filma: “¿se te ha quebrado una costilla? Mire, se le ve el poto”;

- Otros Penitenciarios: (No se entiende por superposición de voces);

- Penitenciario que filma: “Claro…”;

- Otro Penitenciario: “Yo soy más bueno”;

- Interno: (exclamaciones de dolor);

- Penitenciario que filma: “Somos más buenos nosotros…”;

- Interno: “YA ESTA!!!..., uh!!!” (mientras se le golpea);

- Penitenciario que filma: “ahora ya está, viste (mientras era nuevamente golpeado)”Ah, uh… (reproduciendo las exclamaciones de dolor del interno), no me diga”;

- Interno: “YA ESTA!!!..., uh!!!” (mientras se le golpea);

- Otro Penitenciario: “¿Ahora ya está, ya? Cuando nos puteaste recién… (no se entiende) eras repiola”;

- Interno: “ya está encargado, por favor!!!”;

- Otro Penitenciario: (le hace señas al filmador que no focalice su cara e insignia para no ser identificado) “Hay un olor a chisito, culiado”;

- Penitenciario que filma: “aha, viste…”;

- Interno: “ya está…, por favor!!!”;

- Penitenciario que filma: “cómo dice cuando toca con las manos en la pared? (inmediatamente el funcionario filmado comienza a llevarle las manos contra la pared en sentido contrario a su flexión natural); ay! ay… dice ”;

- Interno: “Por favor!!! (mientras llora)”.

Jaque: "Un caso aislado, sin responsabilidad política"

Buscó así desligar al Gobierno. Desde la oposición dudan de que sea un hecho puntual y hasta piden una intervención.

Marcelo Sivera

El gobernador Celso Jaque buscó evitar que el caso de los penitenciarios golpeadores salpique a su Gobierno en un área en la que las autoridades provinciales se precian de haber logrado "sensibles" mejoras.
"Es un caso aislado, que no se va a dejar de lado porque hemos hecho un esfuerzo para sacar a Mendoza de las sanciones internacionales (por violaciones a los derechos humanos en la Penitenciaría de Boulogne Sur Mer). Y un hecho aislado no puede generar un manto de sospecha sobre el resto del personal penitenciario", enfatizó.

"Cuando alguien se sale de la ley va a recibir todo el peso de la ley", destacó Jaque tras reiterar que el Ejecutivo se ha constituido como parte querellante y que son ocho los agentes, entre penitenciarios y jefes de seguridad, ya separados de sus cargos.

Jaque agotó la responsabilidad de los hechos en las áreas operativas de la Penitenciaría. "En esto no hay responsabilidades políticas sino de los encargados de los controles que encomendó la política. Como estos encargos no fueron cumplidos, fueron separadas personas de sus cargos", subrayó.
"¿De qué responsabilidades políticas me hablan? ¿O acaso las cárceles se manejan con leyes o con decretos? Desde la política se han tomado decisiones para que se actúe como corresponde", destacó el Gobernador.

Por su parte, el presidente de la Comisión Bicameral de Seguridad, el radical Sergio Bruni, solicitó la renuncia del director del complejo Penitenciario San Felipe, Leonardo Musolin; mientras, el diputado radical Luis Petri, consideró que "es imprescindible intervenir San Felipe para determinar si estamos en presencia de un hecho aislado -como manifiesta el Gobierno- o si por el contrario, existe una red de complicidades".

A ello se agregó que durante la mañana de ayer la Comisión de Derechos y Garantías de Diputados se constituyó en San Felipe y su presidente, Ricardo Puga, manifestó que "no es sólo un grupo (el que golpeó reclusos), porque cada pabellón tiene su compañía penitenciaria y (los hechos) no ocurrieron todos en el mismo lugar".

En respuesta, Jaque llamó a "no hacer un circo" de la situación y recordó que "la Legislatura es un organismo de contralor que tiene una Comisión Bicameral de Seguridad. Es de suponer que no hay que esperar que se produzcan hechos graves para que vaya (a la cárcel a supervisar). Tienen facultades y se supone que debieron controlar. Y si no lo hicieron habrá que ver cómo lo hacen hacia adelante".

Finalmente, el Gobernador manifestó (tras habérselo hecho notar al oído el ministro de Seguridad, Carlos Aranda) que "los hechos denunciados ocurrieron el año pasado durante la intervención" (del Servicio Penitenciario Federal) al tiempo que se refirió a esa participación de la Nación como "una intervención que nos trajo algunos dolores de cabeza".

Sin embargo, fuentes responsables aseguraron a Los Andes que la última de las filmaciones que documenta golpizas de penitenciarios a presos es del pasado diciembre, cuando ya se había alejado la intervención federal y la Provincia había reasumido el control pleno del sistema penitenciario mendocino.

Duro comunicado de Amnistía Internacional por las torturas en la cárcel

La organización pidió que se haga justicia “sin demora” y dijo que el caso de Mendoza “ratifica los problemas sistemáticos que existen en el sistema penitenciario argentino".

Video

Golpes en la celda
Paliza a un preso

Télam

Amnistía Internacional reclamó hoy que los responsables de perpetrar castigos físicos contra detenidos en una cárcel de Mendoza sean llevados ante la Justicia "sin demoras" y advirtió que el caso ratifica "los problemas sistemáticos que existen en el sistema penitenciario argentino".

"Las autoridades nacionales y provinciales deben trabajar en conjunto para acabar con la violencia en las prisiones y deben asegurar que no habrá represalias contra aquellos prisioneros que hayan filmado y distribuido los videos", sostuvo la experta de Amnistía Internacional sobre Argentina, Louise Finer.

Finer dijo que "los responsables de estos abusos a los derechos humanos deben ser llevados a la justicia sin demoras" y manifestó que "las imágenes de guardias golpeando prisioneros en una cárcel en Mendoza es otro recordatorio de los problemas sistemáticos que existen en el sistema penitenciario argentino".

Los videos mostraron a agentes penitenciarios cuando someten a castigos físicos a detenidos en la cárcel de San Felipe, en Mendoza.

La provincia había recibido una advertencia de organismos internacionales de derechos humanos sobre el trato de detenidos.



jueves, febrero 03, 2011

Volvemos Con el Taller De Autodefensa!

Compañer@s a partir de este sabado 5 de febrero a partir de las 17 en la zona de los juegos del parque San Vicente( al lado del super libertad de G. Cruz) retomaremos el taller de autodefensa que estuvimos realizando a lo largo del año pasado.
Les recordamos que no es necesario ningun conocimiento previo en artes marciales, la idea es poder aprender entre tod@s.
ES COMPLETAMENTE ABIERTO! libre y gratuito.

LOS ESPERAMOS!

lunes, enero 31, 2011

El mundo árabe en llamas 2

[Túnez] Obstinación y contrarrevolución

Alma Allende. Rebelión. Fotos de Ainara Makalilo

A las 9.30 de la mañana un taxista responde a nuestra pregunta sobre Mohamed Ghanoushi con un razonamiento impecable:

- ¿Sabes por qué quiero que se vaya? Porque no quiere irse. Si no quiere irse es que oculta algo. Si oculta algo, no puede ser algo bueno. Y si oculta algo malo, tiene que irse.

Doce horas después sabremos que Mohamed Ghanoushi sigue en su puesto. El nuevo gobierno de transición, del que han salido todos los antiguos miembros del RCD, incluido Friaa, el odiado ministro del Interior, mantiene en cualquier caso al presidente y al primer ministro.

Pero todavía no lo sabemos. El día en que el pueblo tunecino cumple su segunda semana de vida no nos despierta el helicóptero militar sino el repiqueteo nutrido de la lluvia. Con el corazón encogido, pensamos en colchones y mantas empapados de agua y en cuerpos ateridos de frío. La Qasba, la casa del pueblo, de pronto se ha quedado sin techo.

- La revolución no es la capital -nos dice el periodista Fahem Boukadous. -La Qasba es sólo una de las muchas expresiones de protesta; un símbolo, sin duda, porque concita la atención de los medios, pero la revolución empezó en las regiones y allí sigue muy activa. Ayer se manifestaron 80.000 personas en Sfax y hoy la ciudad ha quedado paralizada por una huelga general. En Gafsa, en Sidi Bousid, en Tela hay concentraciones y protestas.

Fahem Boukadous está contento. Es un hombre feliz. Liberado el día 19 de enero, cinco días después de la huida del dictador, ha salido a la calle en un Túnez volteado por la revolución. Llevaba seis meses en prisión, pero no era la primera vez que sufría los rigores de la dictadura. En 1999, tras pasar por las cámaras de tortura del ministerio del Interior, fue condenado a tres años de cárcel, de los que cumplió 19 meses antes de ser indultado por una “gracia” presidencial. Persecución, clandestinidad, incansable combatividad, Fahem nació en Regueb, pertenece al Partido Comunista Obrero de Túnez, dirigido por Hama Hamami, y gran parte de su actividad política ha estado centrada en el periodismo militante. Fue el primero que, en 1998, denunció las actividades mafiosas de las cinco familias que dominaban el país. En 2003, instalado en Gafsa, se convirtió en corresponsal de Al-Badil y tres años más tarde en responsable de la emisión tunecina de Al-Hiwar-TV, un canal vía satélite. En 2008, cuando estallan las revueltas en la cuenca minera de Gafsa, ensayo general de la actual revolución, este medio precario, pero inalcanzable para el gobierno, se convierte en el centro radial de las imágenes de las protestas. Fahem Boukadous, desde esa posición privilegiada, catalizó el malestar de los jóvenes de la región, proporcionándoles un medio de expresión y convirtiéndose por tanto en una amenaza para la dictadura.

- Es lo que yo he llamado “medios populares” -dice. - Cientos de jóvenes, a los que parientes emigrados habían regalado una cámara, se convirtieron en periodistas. Yo sólo tenía que reunir esas imágenes y hacerlas circular.

Las revueltas de la cuenca minera, de las que sólo se ocupó Al-Hiwar-TV, pusieron a prueba un régimen dentro del cual había ya fisuras y forcejeos. En junio de 2008, tras meses de protestas, Ben Alí decidió extirpar de raíz el movimiento. Redeyev fue tomada por 4.000 policías que asaltaron y saquearon las casas, rompieron los muebles, pegaron a las mujeres. Hubo dos muertos. La ciudad, en un anticipo de lo que ocurriría dos años después en todo el país, fue parcialmente ocupada por el ejército.

- En Redeyev el movimiento estuvo dirigido por sindicalistas y militantes, pero en los otros pueblos de la cuenca minera fueron los propios jóvenes los que se organizaron y coordinaron las protestas.

En enero de 2010, en un juicio que duró cinco minutos, Fahem Boukadous fue condenado a 4 años. Tras negarse a pedir perdón al dictador y pasar por el hospital, de donde la policía trata de llevárselo dos veces, ingresa finalmente en prisión el 15 de julio de 2010. Allí escribe sin parar; prepara un libro sobre las revueltas de Gafsa. Entra en contacto con los presos comunes y trata de formarlos políticamente, lo que provoca la intervención del director del penal. Gracias a la solidaridad de uno de los médicos, recibe informaciones de la muerte de Mohamed Bouazizi y de las reacciones populares que desencadena, cuya velocísima expansión aún le maravilla.

Sobre la relación que existe entre las revuelta de 2008 y la revolución de 2011, Fahem Boukadus insiste en tres puntos:

El primero es la lección de resistencia de los habitantes de Redeyev y de toda la cuenca minera, que se acumula en la memoria colectiva del país.

El segundo es la participación en el movimiento de 2008 de los diplomados en paro, una de las fuerzas hoy protagonistas en el proceso revolucionario.

El tercero es la importancia de los “medios populares”. Al-Hiwar-TV y los CD caseros han sido sustituidos por Facebook, a través del cual se ha roto la mordaza de la censura.

- ¿Por qué el movimiento de Redeyev fue derrotado y el de Sidi Bousid, en cambio, se extendió de ciudad en ciudad hasta alcanzar la capital? Ese es precisamente el elemento de contingencia que ningún análisis histórico puede adelantar o explicar.

Fahem Boukadous no cree que haya habido ninguna intervención de EEUU para facilitar la caída del dictador. La revolución ha cogido con el pie cambiado a las grandes potencias y si naturalmente ahora maniobran en busca de “estabilidad”, está seguro de que no podrán detener el proceso de cambios.

- El régimen sigue ahí, no sólo dentro de la policía y el aparato del Estado sino también en los medios de comunicación y en Internet -dice. - Hay que aprovechar el momento para crear nuevos medios y nuevos formatos. También hay que establecer una coalición entre periodistas tunecinos y extranjeros porque necesitamos experiencia y formación.

Hay que ir a los pueblos, dice Fahem, y es verdad. No obsesionarse con la Qasba, y es verdad. Pero la Qasba tiene estos días un poder de absorción casi alucinógeno. No puede haber una plaza más hermosa en todo el mundo ni una situación más anómala. Tampoco una emoción extra-corporal más fluida ni imprevisible. Porque ocurre hoy que la lluvia, en lugar de dispersar a la gente, la ha multiplicado, como si fuesen de hierba y no de carne. Tan grande es la multitud que durante unas horas el ejército cierra los accesos y sólo podemos entrar con el conjuro del periodismo. Pocos minutos antes de nuestra llegada -nos cuenta Aisa, el hermano de Che Guevara- un alto funcionario del ministerio de Defensa, rodeado de soldados, se ha dirigido a los concentrados a través de un altavoz, asegurándoles que ya se habían tomado medidas para proporcionar trabajo a todo el mundo y rogándoles que abandonasen la plaza. La respuesta unánime ha sido un vocerío de “degage”, “degage”, “degage”. Lo que ocurre como excepción es un milagro; pero lo que ocurre una vez más contra todas las previsiones también lo es. Hay algo casi sobrenatural ya en esta obstinación que ignora el frío, las provocaciones, las agresiones, y que se mantiene tranquila, festiva, gritona, por quinto día consecutivo. Aisa teme una intervención del ejército para desalojarlos, pero lo cierto es que el ambiente ha cambiado de nuevo y la electricidad del día anterior se ha extinguido bajo el aguacero.

A Salem Hiyri, hombre de Nabeul de 60 años, tuvieron que hospitalizarlo tras las agresiones de los sicarios armados que sembraron el terror la noche anterior. Hoy está sereno y determinado:

- Tienen la policía, el dinero, el poder, pero nosotros tenemos la fuerza del pueblo y nuestra cultura superior.

El hecho de estar todos juntos reúne los razonamientos y singulariza las conductas.

Un grupito ha iniciado una huelga al mismo tiempo de hambre y de silencio.

Otro exhibe carteles de solidaridad con el pueblo egipcio, que imita al tunecino en El Cairo y en Ismaeliya, y eso hasta el punto de utilizar (como vemos luego en la televisión de un café) sus mismas consignas: “degage” y “as-shaab iuridu isqt al hukuma” (“el pueblo quiere derrocar al gobierno”).

Cuando la lluvia arrecia se tiende un enorme techo de plástico sobre las miles de cabezas, porque la plaza del pueblo es, como los coches de lujo, descapotable.

Tariq y Maki, dos estudiantes de informática que viven en Túnez capital, se sienten orgullosísimos cuando les decimos que el pueblo tunecino está mucho más desarrollado que el español o el italiano. Y se burlan con ingenio de la pretensión del gobierno de que los bárbaros civilizadores congregados en la plaza “vuelvan al trabajo”.

- ¡Pero si están en paro! Hay que agradecerles lo que hacen. Los otros trabajan y ellos se rebelan. Eso se llama división del trabajo.

Pero lo que más nos impresiona hoy es Hodé, una mujer pequeña, flaca, nerviosa, que no deja de hablar mimando con manitas elocuentes la historia de la batalla eterna contra la injusticia. Tiene 38 años, limpia casas y gana 150 dinares al mes (75 euros). Separada del marido, se ocupa ella sola de un hijo de 8 años al que ha dejado en casa de unas vecinas para poder pasar la noche en la Qasba. Se ha subido a un poyete para no estar por debajo de nosotros y se expresa con una precisión de cuchilla, con la pasión de una enamorada. Sus ojos relampaguean con la pureza fanática de los personajes de Dostoievsky. Cuenta una larga historia de humillaciones y no se siente humillada; de dolores y no pide compasión; de ignorancia y reclama su derecho a hablar y a que la escuchen. No cabe duda, al oírla, de que su hijo está bien protegido entre sus manos. Y, como tantos de los que se encuentran en esta plaza, no conoce ni una palabra de francés.

- Soy una ciudadana -¡una ciudadana!- lo mismo que tú. No he leído ni estudiado, pero tengo cerebro y ojos y sé contar lo que pienso y lo que veo. Quiero derecho, no dinero. Quiero mis derechos. No tengo miedo de nada ni de nadie; no me doblego ante ningún ser humano y los ministros son seres humanos como yo. Es a nosotros, y no a los ministros, a los que tenéis que escuchar los periodistas. Porque ellos sólo tienen palabras, que son falsas, mientras que nosotros tenemos el cerebro y los ojos. ¿Está claro?

Clarísimo. Los valientes tunecinos han demostrado estos días que su bandera es una llama y su himno una Marsellesa. Esta mujer demuestra que el despreciado dialecto tunecino es una lengua. Y ha llegado quizás la hora de devolverle su dignidad junto a la de sus hablantes.

Fahem Boukadous, que había anticipado los cambios en el gobierno anunciados por Ghanoushi esta noche, se equivocaba sin embargo al garantizar el rechazo de la UGGT al nuevo gabinete. No participa de él, pero le reconoce legitimidad. Sin duda esa decisión voltea nuevamente la situación. La potencia de la UGTT ha permitido en estos días mantener la presión sobre el gobierno mediante huelgas y concentraciones; ahora este acuerdo aisla las protestas populares y las vuelve vulnerables. Como escribía Fathi Chamkhi a media tarde: “si esta nueva versión del Gobierno de Unidad Nacional se acepta mañana, se podría decir que el tira y afloje que dura desde el 15 de enero entre el campo revolucionario y el de la contrarrevolución, ha sido momentáneamente ganado por este último”. Es exactamente lo que ha ocurrido.

Los tunecinos empujaron y empujaron y Ben Alí los llamó “terroristas”. Y empujaron y empujaron y Ben Alí prometió retirarse en 2014. Y empujaron y empujaron y Ben Alí prometió elecciones en seis meses y levantó la censura. Y empujaron y empujaron y Ben Alí huyó del país. Y empujaron y empujaron y tumbaron el primer gobierno de coalición. ¿Seguirán empujando los tunecinos ahora que saben que empujar y empujar no es inútil?

Tras el anuncio del nuevo gobierno por televisión, llamamos a nuestros amigos en la Qasba para conocer su reacción. Tras un instante de alegría y luego de desconcierto, nos dicen, se ha restablecido la normalidad; es decir, la obstinación. No hace falta que lo digan. A través del teléfono nos llegan los gritos: “degage”, “degage”, “degage”.

Mañana será el primer día del nuevo gobierno y el decimoquinto del pueblo tunecino.

Libertad de prensa

Obstinación

La plaza más hermosa del mundo

Niña y bandera

El pueblo descapotable

Sujetando el cielo

Si los gobiernos callan, las paredes hablan

El Mundo árabe está en llamas: diálogo con un anarquista sirio

Las grandes revueltas que están sacudiendo el mundo árabe en Yemen, Argelia, Túnez y ahora Egipto han tomado a todo el mundo por sorpresa. Son, sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos más relevantes de nuestro tiempo y están enviando un claro mensaje: no hay ningún lugar del mundo condenado a ser el juguete de un dictador con apoyo imperialista. Regímenes extraordinariamente autoritarios como el de Ben Ali se han mostrado completamente impotentes frente a un pueblo en lucha unido y con determinación. Quienes están llevando a cabo estas rebeliones son jóvenes, trabajadores, desempleados, los pobres, que están reconfigurando el rostro de la región, dando escalofríos a los mandamases en Washington y Tel Aviv. Ni todas las armas reunidas del régimen de Mubarak ni toda la ayuda militar estadounidense han podido frenar la extensión de la protesta. Los rebeldes están mostrando el poder del pueblo y de la clase trabajadora cuando se une, la capacidad política de la gente común y corriente para levantar organismos de poder dual con un claro instinto libertario y están demostrando al mundo que nos encontramos en una era de cambio revolucionario. Hemos sostenido un rápido diálogo con nuestro compañero y amigo Mazen Kamalmaz, de Siria, editor del blog anarquista árabe http://www.ahewar.org/m.asp?i=1385 que nos habla acerca de la importancia de este espléndido desarrollo político.

Extraído de anarkismo.net

Traducción al castellano de Manu García

1. Parece que toda una ola repentina de protestas masivas está sacudiendo los cimientos de longevos regímenes opresivos en el mundo árabe… ¿había indicios de que esto podía suceder?

Este es uno de los aspectos más interesantes de la ola revolucionaria que se está expandiendo por el mundo árabe, que llega cuando nadie la esperaba. Sólo unos días antes de las manifestaciones multitudinarias en Egipto, la Secretaria de Estado de los EEUU, Hillary Clinton, declaraba que el gobierno egipcio era estable, y ahora nada es estable en la región: las masas se encuentran de pie y todos los regímenes represivos se esperan lo peor. Hay cuestiones que comparten todos estos levantamientos, que pasaron inadvertidos a los regímenes, a los estadistas e incluso a los intelectuales, tales como la rabia que había ahí, escondida, silenciada por la represión de los Estados, la pobreza y el desempleo crecientes… pero los gobiernos, tanto locales como occidentales, pensaron que se podía mantener esta rabia bajo control… ahora sabemos lo equivocados que estaban.

2. ¿Cuál es la importancia de la salida de Ben Ali del gobierno de Túnez?

Este es tan sólo el primer paso de lo que está por venir. Supone el hecho de que el pueblo, el pueblo en lucha, puede desafiar a la represión y vencer. Es muy pronto para hablar sobre el desenlace final, todo es demasiado complejo aún, pero el pueblo ha conseguido ser consciente de su poder real y todavía está en la calle, de modo que la lucha aún se encuentra abierta a muchas posibilidades.

3. ¿Por dónde se está extendiendo la revuelta? ¿qué países pueden experimentar rebeliones masivas?

Hoy podemos afirmar con seguridad que cualquiera podría ser el siguiente. Quizás Argelia, Yemen y Jordania sean candidatos firmes, pero debemos tener en cuenta que una revolución en Egipto tendría un impacto grandioso en la región, superando las peores pesadillas de los dictadores y de sus partidarios.

4. ¿Cuál sería la relevancia de una revolución en Egipto, el segundo mayor receptor de ayuda militar norteamericana en todo el mundo?

Egipto es el país más grande de Oriente Medio y su papel estratégico es muy importante. Es uno de los principales pilares de la política norteamericana hacia Oriente Medio. Incluso si el viejo régimen sobreviviera durante algún tiempo o si el nuevo régimen fuera pro-norteamericano, la presión de las masas será un factor a tener en cuenta de ahora en adelante. Resumiendo, los EEUU, el principal apoyo del régimen actual, se resentirá debido a la rebelión de las masas egipcias.

5. ¿Cuál está siendo el rol de los Hermanos Musulmanes en estas protestas? ¿y de la vieja guardia de la izquierda?

Un punto muy importante de estas manifestaciones y revueltas es que tuvieron un origen totalmente espontáneo e iniciado por las masas. Es cierto que los diferentes partidos políticos se sumaron más tarde, pero todo el proceso fue en gran medida una manifestación de acción autónoma por parte de las masas. Eso también vale para los grupos políticos islamistas. Quizás dichos grupos piensen ahora que las elecciones podrían llevarles al poder, pero con las masas en rebelión en las calles es difícil, dado que se negarán activamente a someterse de nuevo a otro poder represivo, pero incluso en el caso de que eso sucediera, el pueblo no aceptaría en esta ocasión ser sometido, mientras se mantenga fresca en la mayoría la memoria eufórica de las cotas de libertad que alcanzaron mediante su propia lucha. Ningún poder podría forzarles fácilmente a someterse de nuevo a algún tipo de régimen represivo.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que durante las revoluciones el pueblo es más receptivo a las ideas libertarias y anarquistas, y que la libertad es la idea hegemónica del momento, no el autoritarismo. Algunos de los grupos estalinistas solo representan el rostro más feo del socialismo autoritario… por ejemplo, el antiguo Partido Comunista de Túnez participó junto al partido dominante de Ben Alí en el gobierno formado tras la expulsión del propio Ben Alí. Otro grupo autoritario, el Partido Comunista de los Trabajadores de Túnez, participó activamente en las protestas, pero se manifestaron sus contradicciones: cuando Ben Alí escape llamó a crear consejos o comités locales para defender el proceso, solamente para retractarse poco después y llamar a crear un nuevo parlamento y gobierno. En Egipto es prácticamente lo mismo, hay grupos reformistas de izquierda, como el Partido de Unidad Progresista y algunos grupos revolucionarios de la izquierda autoritaria.

No puedo decir con exactitud cuál es el rol de los anarquistas y de otros libertarios -hay una creciente tendencia comunista consejista junto a ellos- debido a la falta de comunicación con nuestros compañeros allá, pero tengo que resaltar lo dicho antes: que estas revoluciones fueron hechas principalmente por las propias masas. En Túnez, los fuertes sindicatos locales jugaron un gran papel en las últimas fases de la revuelta.

Quiero hablar un poco más acerca de los comités locales creados por las masas, que son una de las manifestaciones más interesantes de su acción revolucionaria. Frente al pillaje iniciado sobre todo por la policía secreta, el pueblo creó dichos comités como instituciones realmente democráticas, como una competencia real al poder de las elites dominantes y de las instituciones autoritarias… en Egipto hay al día de hoy dos gobiernos; los comités locales y el gobierno de Mubarak que se esconde tras los tanques y los rifles de sus soldados. Esto está sucediendo en una región asolada por las dictaduras y el autoritarismo… eso es lo grandioso de las revoluciones, que transforman el mundo rápidamente. Eso no significa que la lucha esté ganada; por el contrario, esto significa que la lucha real acaba tan solo de comenzar.

6. Para resumir, ¿cuál es su punto de vista sobre los acontecimientos? ¿qué piensa que simbolizan?

Es el comienzo de una nueva era, las masas se están levantando y su libertad está en juego, las tiranías tambalean… sin duda, estamos asistiendo al nacimiento de un mundo nuevo.

Revolución en Egipto

Egipto sigue a Túnez.

Hoy medio millón de manifestantes salieron a la calle en Alejandría, segunda ciudad del país. En Suez y Alejandría, fuertes enfrentamientos entre manifestantes y policía, y ejército. Manifestantes han prendido fuego a la sede del partido del presidente Mubarak en El Cairo. El Gobierno egipcio ha sacado los tanques a la calle, ha declarado toque de queda en varias ciudades, ha cortado Internet, el servicio de mensajería de móvil, y finalmente también toda la telefonía movil.

Fuente: www.alasbarricadas.org

El mundo árabe en llamas 1

Egipto en el espejo de la revolución tunecina

por Sarah Ben Néfissa, Investigadora del Instituto de Investigación para
el Desarrollo (IRD).

Era en Egipto donde “debía” comenzar la democratización del mundo
árabe, la última región del planeta que no vivió una evolución
política significativa desde la caída del Muro de Berlín. La
aparición, en 2005, del movimiento Kefaya –basado en la reivindicación
democrática y el rechazo a la sucesión hereditaria del presidente
Hosni Mubarak– y la posterior llegada a la escena política, en 2009,
del ex secretario general de la Agencia Internacional de Energía
Atómica (AIEA) Mohammed El-Baradai fueron percibidos como un aviso. No
fue el caso.

¿Por qué cayó el régimen en Túnez y no en El Cairo? Para entenderlo,
es necesario volver sobre la relación entre las protestas sociales y
las estructuras políticas. Al decir de algunos, la principal
diferencia entre ambos países derivaría de la naturaleza
particularmente opresiva y policial del régimen de Zine el-Abidine Ben
Ali. Egipto presentaría una versión menos rígida, más inteligente, de
la autocracia: allí se puede hablar libremente –en la prensa, la
televisión, los blogs– e incluso tomar algunas iniciativas políticas,
tal como lo demuestra el desarrollo exponencial de las protestas
sociales. Algunos no dejarán de señalar que fue “como consecuencia”
del movimiento político lanzado en 2005 que las reivindicaciones
sociales en el sector laboral se multiplicaron, sin que se tradujeran
sin embargo en el terreno político.
Túnez sería el “negativo” de semejante fotografía de Egipto:
aparentemente carente de raíces, la revuelta social habría mutado en
conmoción política a una velocidad sorprendente, a pesar –o a causa–
de la sangrienta represión que intentó sofocarla.

Sin embargo, ambas situaciones reflejan también una extraña similitud.
Ninguna fuerza política puede realmente adjudicarse la paternidad de
la revolución tunecina. La situación no difiere en Egipto, donde las
fuerzas políticas opositoras son ampliamente superadas por las
protestas sociales. En ese país, los movimientos reivindicatorios se
alían en primer lugar con los diferentes actores mediáticos, los
cuales retoman la partitura del poder: dejar hacer, dejar que se
escuchen los reclamos, y aceptar retroceder si es necesario. Pero
parcialmente.
Así, la clase política egipcia en su conjunto, incluyendo los Hermanos
Musulmanes (1), fue sorprendida por el desarrollo de las protestas, no
sólo en el sector obrero sino también en los barrios informales (una
suerte de villas miseria), para reclamar servicios y equipamiento. Se
vieron incluso revueltas de enfermos protestando contra la pésima
calidad de los servicios hospitalarios. Sin embargo, la novedad
corresponde a otra dimensión. Los sectores de la población más pobres
social, cultural y políticamente no son insensibles a los discursos
sobre la “sociedad civil”, la “democracia”, los “derechos humanos”, la
“ciudadanía”, las “reformas” políticas, que invaden el espacio público
desde 2005. La retórica internacional dominante no carece de impacto:
da lugar a reajustes y reapropiaciones por parte de los actores más
diversos, incluso en las clases populares.

Los medios de comunicación se hacen eco del sufrimiento social y
difunden las múltiples protestas populares. Representan espacios
políticos alternativos frente al cierre casi completo de todos los
lugares de expresión política –tal como lo demostró el bloqueo de las
elecciones legislativas de noviembre-diciembre de 2010 con la
victoria, por más del 90% del partido del Estado, el Partido Nacional
Democrático (PND)–. En vísperas de esta consulta, los poderes públicos
habían iniciado un vasto movimiento de domesticación de los diarios,
radios y canales de televisión.

Mucho antes de este cierre mediático, los movimientos reivindicatorios
egipcios se desarrollaron de dos maneras. Por un lado, asistieron al
aumento de formas de acción violenta: bloqueos de rutas para denunciar
las muertes accidentales provocadas por el mal mantenimiento de las
calles en algunos barrios, pero también amenazas de suicidio público
que, luego del gesto de Bouazizi, se multiplican. Esta violencia
respondía a la pasividad del régimen frente a las demás formas de
acción. Confiado en su carácter “no político”, el régimen ya no
respondía a los reclamos que no provenían de sectores considerados
estratégicos.

Sin embargo, los poderes públicos reaccionaron rápidamente luego de
los acontecimientos en Túnez: prórroga de la aprobación del proyecto
de ley de reforma de la función pública, contrataciones en el sector
público, anuncios de medidas sociales, etc. En cuanto a las
autoridades religiosas oficiales, recordaron que el suicidio era un
acto de apostasía, lo que contrasta con la opinión matizada del muy
popular predicador Youssef Al-Karadhaoui en el canal de televisión
satelital Al-Jazeera a propósito de Bouazizi.

Segunda característica del movimiento social egipcio: el aumento de
las reivindicaciones que utilizan referentes identitarios o
comunitarios. Como los beduinos del Sinaí que se sublevan contra el
tratamiento securitario del que son víctimas debido a la proximidad de
la región con Israel; o las poblaciones nubias que se quejan de sus
condiciones de vida y reclaman las indemnizaciones prometidas por su
desplazamiento al momento de la construcción de la Gran Represa en los
años 60. Pero son las protestas coptas –que se produjeron luego del
atentado contra la Iglesia de Alejandría la madrugada del 1º de enero
de 2011– las que concitan la atención por sus nuevas modalidades.

Según numerosos analistas egipcios, el movimiento social y político
tunecino sería más “moderno”, más maduro, más político, porque
proviene mayormente de las clases educadas, alfabetizadas: la famosa
clase media que habla el lenguaje refinado de los derechos humanos, la
libertad, la democracia (2). ¿Acaso el lenguaje “comunitario” e
“identitario” ya no tendría cabida en esta Túnez? No es del todo
cierto, existe allí un “comunitarismo regional” de las poblaciones
olvidadas por el “milagro tunecino” que constituyen la verdadera punta
de lanza de la revolución: un fenómeno que llegó a Gafsa, Sidi Bouzid,
Thala, Kasserine, Jendouba, antes de alcanzar los suburbios
carenciados de la capital y finalmente la avenida Bourguiba en Túnez.

En Egipto, también el discurso de protesta es diverso. El lenguaje de
la moral y la religión caracteriza a los movimientos sociales de los
sectores más desfavorecidos, especialmente en los barrios informales,
ya que se trata del único lenguaje disponible. En los sectores
instruidos, como el de los funcionarios fiscales o los docentes de
nivel secundario, el lenguaje de protesta habla de justicia e insiste
sobre la naturaleza sectorial y estrictamente social de sus causas. La
negación incluso de lo político es un subterfugio de actores que
comprendieron los límites que el autoritarismo impone a la acción
contestataria.

Del mismo modo, ¿cómo no ver en la protesta de la juventud copta luego
del atentado de Alejandría una salida al confinamiento “comunitario”
para plantear la “cuestión copta” dentro del espacio público nacional?
¿Cómo no percibir el lenguaje de la ciudadanía detrás de la consigna
“queremos (que se respeten) nuestros derechos”, lanzada a los
representantes del Estado (3)? En Egipto, se asiste a un reclamo de
renegociación de las modalidades de la unidad nacional. El
“comunitarismo” regional tunecino plantea allí una exigencia similar.

Bouazizi se inmoló con fuego frente a la sede de la gobernación de
Sidi Bouzid y fue frente al Ministerio del Interior que se desarrolló
la gran manifestación del 14 de enero de 2011. Esta relación con el
Estado caracteriza también el espacio de protesta egipcio que se
expresa a través de sit-in o concentraciones frente a las sedes de los
ministerios, gobernaciones y comisarías. Esta característica común
pone de manifiesto el apego de las poblaciones, especialmente las más
desfavorecidas, al Estado social posterior a la independencia, que fue
en gran medida desmantelado estas últimas décadas (4).

Pero los movimientos de protesta tunecinos y egipcios se dirigen
también al exterior, a la opinión pública internacional, a través de
los medios de comunicación (5). Se trata en este caso de una mutación
importante: estamos en presencia de sociedades cada vez más
“mundializadas”, que comprendieron que ya no eran prisioneras de los
leviatanes árabes y que el exterior no era necesariamente amenazante.

En momentos de “hibridación” de regímenes políticos en el mundo –una
teoría que plantea que el marco de la mundialización cuestiona la
capacidad de los Estados y tiende a atenuar las distinciones trazadas
entre regímenes autoritarios y regímenes democráticos (6)– las
protestas en ambos países muestran la hibridación paralela de las
formas de acción colectiva y los modos de expresión de lo político.
Incluso en los países árabes, la política ya no se reduce a las
instituciones. Egipto muestra una situación donde el bloqueo
autoritario coexiste con una transformación fundamental de las
relaciones entre el Estado y la sociedad (7). Túnez, por su parte,
demostró que la distancia entra la protesta social sectorial y la
protesta política no es tan grande.

NOTAS:

1 Houssam Tammam y Patrick Haenni, “Les Frères Musulmans égyptiens
face à la question sociale: autopsie d’un malaise socio-théologique”,
Etudes et analyses, N° 20, Institut Religioscope, Friburgo, 2009.

2 Amr Choubaki, “Pourquoi les élections 2010 représentent elles les
pires élections que l’Egypte ait connues?”, Al Masry Al Youm, El
Cairo, 2-12-10.

3 Laure Guirguis (dir.), Conversions religieuses et mutations
politiques. Tares et avatars du communautarisme égyptien, Editions Non
Lieu, París, 2008.

4 Myriam Catusse, Blandine Destremau y Eric Verdier (dir.), L’Etat
face aux débordements du social au Maghreb, IREMAM/Karthala, París,
2010; Amin Allal, Karine Ben Afla, “Les mouvements protestataires de
Gafsa (Tunisie) et Sidi Ifni (Maroc): des mobilisations en faveur du
réengagement de l’Etat ou contre l’ordre établi?” que se publicará
próximamente en Revue Tiers Monde.

5 Khadija Mohsen-Finan, Les Médias en Méditerranée - Nouveaux médias,
monde arabe et relations internationales, Actes Sud, Arles, 2009.

6 Michel Camau y Gilles Massardier (dir.), Démocraties et
Autoritarismes. Fragmentation et Hybridation des régimes, Karthala,
París, 2009.

7 “Verrouillage autoritaire et mutation générale des rapports entre
l'Etat et la société en Egypte”, en P. Blanc (ed.), Egypte: l'éclipse,
Confluences Méditerranée, 2010.

Traducción: Gustavo Recalde

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TÚNEZ, La rebelión exitosa

por El Alaoui Hincham Ben Abdallah

Los tunecinos derribaron un régimen despótico que había virado a la cleptocracia –un sistema basado en el robo y la corrupción– y también a una autocracia represiva. El poder estaba encarnado en una familia que saqueaba a la sociedad. La inmolación de un joven bachiller desesperado que vendía frutas y verduras en su carro ambulante disparó una revuelta que pudo con uno de los regímenes más represivos del mundo árabe. Sin embargo, en la región no faltan las dictaduras.

Este heroico levantamiento de un gran pueblo vale como ejemplo. Imprevisible, sin real liderazgo político, la rebelión se benefició de su carácter no estructurado. De haberlo tenido, es probable que el régimen la hubiera aplastado. Unidos por la única lógica del “hastío” contra la autocracia de Zine el-Abidine Ben Ali, los insurgentes estuvieron conectados vía internet, un tipo de comunicación que el régimen no había sabido anticipar (a pesar de las enseñanzas del Movimiento Verde en Irán, reprimido en 2009 por la teocracia en el poder). En menos de un mes, la rebelión logró derrocar una dictadura que, durante casi un cuarto de siglo, hizo de Túnez uno de los países más cerrados de África del Norte y de Medio Oriente.

Las ventajas de tal levantamiento constituyen en adelante su principal debilidad: ausencia de líder, de programa político o de capacidad para hacerse cargo de la sociedad tras el derrocamiento del odiado Presidente.

El país, que cuenta con una de las poblaciones más educadas y mejor secularizadas del mundo árabe, hasta ahora supo evitar cualquier preeminencia de los islamistas radicales. Lo que se perfila no parece proporcionarles la ocasión de tomar el poder mediante la violencia. En consecuencia, si una parte de los islamistas, como la Nahda (1) acepta el juego democrático, convendría integrarlos en el sistema político, para marginalizar mejor a los islamistas radicales.

El sentimiento de incertidumbre, palpable tras la caída y la huida de Ben Ali, se origina en la ausencia de una elite política autónoma capaz de asegurar el relevo del poder y la transición hacia un régimen democrático; entonces, sólo subsisten la elite del régimen derrocado, partidos políticos embrionarios y sindicatos obreros descabezados. De prevalecer el temor al caos, la confianza en la capacidad autogestionaria de la sociedad y el realismo político, podrían emerger estructuras políticas. La juventud será el sostén de una sociedad en búsqueda de democracia, que supo salir de la dictadura sin sufrir irreparables pérdidas humanas.

Trampas para el cambio

Al aproximarse la primera elección fundadora, ¿los nuevos dirigentes contarán, una vez más, con el miedo del islamismo por hacer que los gobiernos occidentales acepten un cuestionamiento de la soberanía popular? La calle en movimiento causa temor a los nuevos tenedores del poder. Preocupados por evitar violentos desbordes, al menos tanto como por preservar una parte del poder del Presidente derrocado, el régimen de transición podría pretender preservar un determinado statu quo. Al organizar elecciones en un plazo cercano, se corre el riesgo de aumentar el peso de las elites deslegitimadas, que se reagruparían para usurpar la etiqueta de la renovación.

El esquema es clásico. Se lo observó a principios de la década de 1990 en Bulgaria y en Rumania, donde el antiguo régimen operaba la conjunción con las elites anteriores para resucitar bajo una nueva apariencia. El caso de Ucrania es todavía más claro: la ruptura es más fundamental (ya que aparece un nuevo Estado), pero los viejos cuadros políticos regresaron en cuanto los disturbios se calmaron.

El hilo de Ariana que une todas esas situaciones es que el pueblo se moviliza contra las odiadas autoridades, y su caída calma de inmediato la presión popular. He aquí el problema central que dificulta cualquier transición allí donde existe una sociedad civil poco organizada. Sin embargo, el levantamiento de enero en Túnez alimenta la esperanza de otras poblaciones árabes. Tanto en Argelia como en Egipto, Jordania, Marruecos, Siria e incluso en Palestina, la experiencia de la emancipación es contagiosa.

Un poco en todas partes, las nuevas generaciones, cansadas de los sistemas autoritarios, se desesperan por liberarse. Pero, precisamente porque era imprevisible, la experiencia tunecina no podría reproducirse de forma idéntica en el resto del mundo árabe. En Túnez, el ejército estaba relativamente separado de los servicios de inteligencia y de represión –incluida la policía–. A menudo mal pagados, a excepción de la guardia presidencial, estos servicios sabían actuar en revueltas circunscritas, cortando de raíz los actos de insumisión. Pero ignoraban cómo acabar con revueltas poco organizadas y extendidas a numerosos estratos.

Diferente de Argelia, donde la dictadura es colegial –y no concentrada en manos de una única persona–, pero similar a Egipto, donde el Raïs focaliza los odios y los rencores, la dictadura tunecina ofrecía un blanco fácil a la vindicta popular. La implicación de la casi totalidad de la familia Ben Ali en el secuestro del país acentuaba aún más el fenómeno. Las dictaduras difusas son más difíciles de desalojar que las que ofrecen un rostro preciso al resentimiento popular, como con el Sha de Irán o Suharto en Indonesia, por no citar más que ejemplos notorios. Por otra parte, las coaliciones oligárquicas disponen de una base más amplia que las dictaduras personalizadas: por lo tanto, son menos frágiles.

Los sistemas autoritarios resultan tanto más resistentes cuanto que conceden una parte del poder al pueblo y, sobre todo, a distintos grupos de intereses. Comparados con Túnez, los poderes marroquí y argelino dieron nacimiento a redes de intereses mucho más extensas y más complejas, con las que se los vinculan. En el caso de Argelia, los ingresos petroleros aglomeran un cuerpo político directamente interesado en mantener el régimen.

Diferencias regionales

El sistema tunecino también tenía la particularidad de transformar las consultas electorales en plebiscitos fúnebres (99,27% de votos en 1989, 99,91% en 1994, 99,45% en 1999, 94,49% en 2004, 89,62% en 2009), que dejaban sin salida a la oposición. Hablando con propiedad, la escena política era inexistente. No es el caso de Egipto, donde el sistema electoral, indudablemente sujeto a un fraude masivo, sin embargo sigue siendo un lugar de polémica y confrontación. Por otra parte, la prensa no está tan amordazada como en Túnez.

Tampoco en Argelia, donde por lo demás el ingreso petrolero permite sortear una radicalización de la cólera popular, al menos mientras la jerarquía militar permanezca a la vez unida, poco visible en la escena política y capaz de integrar –sometiéndola– a una parte de los actores políticos que aceptan el juego de la cooptación. Por otra parte, la salida de una guerra civil de más de una década ha dejado a Argelia exangüe y poco dispuesta a levantarse contra un régimen que triunfó sobre el islamismo radical al precio de unos cien mil muertos. Queda Marruecos, donde hasta ahora el rencor popular no apuntó a la monarquía. Pero una juventud frustrada por la ausencia de perspectivas, un juego político bloqueado, un aparato securitario coercitivo y aplastantes redes clientelistas pueden encontrar motivo para una rebelión. Rebelión que correría el riesgo de radicalizarse, habida cuenta de la complejidad del país. En efecto, allí las divisiones étnicas son al mismo tiempo más numerosas y más profundas, con un proceso de homogeneización menos avanzado.

En todos esos países, un modelo de desarrollo poco dinámico y profundamente desigual, marcado por el clientelismo en el aparato estatal, un fuerte control de la población y la ausencia de apertura de la escena política hacen que los regímenes sean a menudo “fuertes” a expensas de la debilidad de su sociedad civil. Pero basta que se revele el menor defecto en su coraza para que una parte de la contestación se precipite por la brecha y amenace con el desmoronamiento.

En el caso de Túnez, es precisamente el carácter carcomido de un régimen acorralado e ilegítimo lo que cristalizó la revuelta popular. ¿Un fruto maduro a punto de caer? Sin embargo, el poder de Ben Ali pasaba por ser uno de los más sólidos y estables de la región. La falla era invisible y lo que iba a suceder, impensable. Los otros regímenes no son tan frágiles, y no en los mismos niveles. No obstante, su longevidad los convierte en fácil presa de movimientos que de momento son difíciles de imaginar, pero que, a posteriori, parecerán tan ineluctables como el que puso de rodillas al régimen tunecino. La facilidad con la que la dictadura de Ben Ali sucumbió al asalto de los jóvenes testimonia la incapacidad de los aparatos de represión de acabar con los movimientos surgidos de ninguna parte, fulgurantes.

Las disparidades de desarrollo entre las diferentes regiones del país favorecieron la revuelta tunecina. Aunque se realizaron importantes inversiones en las zonas costeras con el fin de alentar el turismo, las regiones del interior fueron abandonadas a su suerte.

La explosión dormida

Precisamente de allí surgió el movimiento que arrastró al régimen. Es cierto que en otros países árabes también existe esta disparidad, pero adopta otra forma. En efecto, una sociedad donde un grupo muy restringido e ilegítimo acapara el sistema político no podría desarrollarse con racionalidad, sin la autonomía de una tecnocracia que actúa a la manera del modelo chino. Y la mayoría de los países árabes sacrifican su tecnocracia en el altar de la corrupción y del autoritarismo. “Trabendistas” (contrabandistas en el mercado negro) y jóvenes angustiados, a menudo diplomados, pueblan las calles donde se los ve apoyados contra la pared: ¿“hittistas” (2) prontos a abrazar el islamismo o, simplemente, víctimas de un sistema que les da muy pocas oportunidades de vivir dignamente? Su desaliento puede expresarse como en Egipto o Argelia (pero, al no provocar cambios, termina por morir lentamente). O como un estado de resentimiento contenido (como en Jordania y Marruecos). A menudo sin percatarse, los regímenes fundan su estabilidad en la apatía de una sociedad que no logra ni siquiera rebelarse. El día en que explota la cólera, lo hace de la manera más ciega y violenta.

En tanto que el desaliento de los jóvenes no llega a involucrarse en un hecho que puede hacer estallar el polvorín, esos regímenes siguen indemnes. Pero la menor publicación en “informaciones generales” de la inmolación de un joven, puede bastar para que toda la sociedad se encolumne detrás de la revuelta, al principio local y regional, y que el régimen se derrumbe en la vergüenza, a una velocidad que desafía el entendimiento.

La influencia del movimiento tunecino sobre el resto del mundo árabe dependerá de su capacidad de democratizar el país. Si la democracia se organiza, probablemente se asistirá a su difusión, en especial en el Magreb. Las reivindicaciones populares se acentuarán, para terminar exigiendo pluralismo y participación. Si fracasa, los regímenes autoritarios se verán afianzados, con gran pesar de las poblaciones: sin duda la mayoría de los regímenes árabes prefieren la segunda opción, incluso si provoca el caos.

Se pueden imaginar dos argumentos: que los regímenes árabes escuchen las reivindicaciones de sus pueblos y comiencen a abrirse políticamente, o que intenten a cualquier precio preservar su poder sin ceder a las demandas de participación política de los ciudadanos.

En la primera eventualidad, el camino estará sembrado de zancadillas. En efecto, tras varias décadas de encierro y represión, los regímenes árabes deben abrirse gradualmente para evitar un choque frontal que podría conducir a su derrocamiento. Teniendo en cuenta la frustración de la población, su apertura democrática tendría que ser lo bastante franca como para que no sea percibida como un engaño, y lo bastante progresiva para no hacer tambalear el sistema político en las tormentas revolucionarias. Ahora bien, el cambio gradual sólo podría llevarse a cabo con habilidad y el concurso de una elite política que no sacrificase ni la estabilidad ni la urgencia de la democratización.

Se observa con escepticismo la capacidad de los regímenes instalados para apelar a esa elite y darle el suficiente poder para que cumpla su misión de apertura. Queda la solución del encierro político. Advertidos por lo sucedido en Túnez, los regímenes autoritarios árabes intentan neutralizar las causas inmediatas de la rebelión, en especial luchando contra la escasez de alimentos de primera necesidad (pan, azúcar, carne, huevos, etc.). Luego dedicándose a aumentar la eficacia de sus servicios de seguridad e inteligencia.

El ejemplo tunecino muestra que se produjo una falla en el sistema de comunicación, dado que internet sirvió de refugio a los opositores, que se contactaban vía You Tube, Twitter, Facebook, etc. El sistema represivo tunecino también sufrió de falta de cooperación entre sus distintos niveles (policía, informadores generales y ejército). Inspirándose entonces en el modelo iraní para aplastar los movimientos sociales, los regímenes árabes aprenden a filtrar internet y censurarlo de ser necesario. En casos extremos, expulsan o confinan a los periodistas extranjeros. Según el modelo de Bassidje (3) en Irán, intentan ahogar las revueltas urbanas cuadriculando los diferentes barrios y estableciendo en ellos cabezas de puente susceptibles de intervenir localmente. En suma, en ese caso se asistiría a una “modernización” y a una “extensión” de los servicios de represión.

Pero tales remedios no inmunizan contra los nuevos tipos de acción colectiva que puedan inventar los próximos movimientos sociales. Las soluciones represivas sólo servirán, en el mejor de los casos, en el corto plazo. Si bien el Movimiento Verde iraní gozó de una gran simpatía en Occidente, no sucedió lo mismo con el levantamiento tunecino. Incluso provocó reacciones a primera vista totalmente inapropiadas. En especial en Francia, país que se mantuvo fiel a la dictadura de Ben Ali hasta el fin. Las otras capitales occidentales, entre ellas Washington, apoyaron a los rebeldes con desgano. Digamos que Occidente no muestra entusiasmo por la democracia en el mundo árabe, a pesar de una retórica algo apasionada. El movimiento tunecino podría brindar la ocasión de cambiar de comportamiento, en particular en París.

Por el contrario, en el mundo árabe –que percibe la colusión con las dictaduras como la continuación de la colonización y el imperialismo por otras vías–, el apoyo a la democratización se percibe como prenda de respeto para sociedades que reprimen regímenes ilegítimos. Si por temor al islamismo radical o por interés, Occidente se obstina en negar ayuda a este tipo de movimiento democrático, al menos podría mantener una neutralidad benévola.

NOTAS:

1 Movimiento de renacimiento cultural y político que apareció a fines del siglo XIX. Mezcla voluntad de reformar el islam y transformar la sociedad. Leer Anna-Laure Dupont, “Nahda, la renaissance arabe”, Manière de voir nº 106, agosto-septiembre 2009.

2 Hittista (de hitt, muro en árabe): desocupado que pasa todo el día apoyado en la pared.

3 Los jóvenes voluntarios del ejército de pasdaranes (cuerpo de guardianes de la revolución islámica).

Traducción: Teresa Garufi

La fuente de estos dos textos es la edición chilena del burgués Le Monde Diplomatique.