miércoles, diciembre 01, 2010

Nos hablan de PAZ... y nos hacen la GUERRA!: Sobre la situación en Brasil

Proletarios internacionalistas

Domingo 28 de noviembre de 2010

Texto del grupo Anarres desde hace algunos meses atras que explica la situacion actual que se vive en Brasil. Ademas un panfleto y una declaracion en portugues sobre la situacion, que, debido a la proximidad del idioma, no es dificil de entender.

¡Retomemos la bandera de la revolución mundial! ¿Por qué estamos siendo asesinados?

La prensa de los ricos y los poderosos oculta lo que realmente sucede en los suburbios pobres de todo el mundo. La guerra que mata a los trabajadores es en realidad entre los narcotraficantes y los grupos policiales de exterminio, ambos aliados con los empresarios, los políticos y las autoridades. Dependientes el uno del otro para existir, estas dos facciones rivales de la burguesía disputan los beneficios de un comercio horrendo, que se basa en la desesperación de millones de trabajadores y estudiantes que buscan un escape, aunque falso, a una vida alienada y estresante y sin perspectivas. La explotación y la opresión a las que nos someten, y las ilusiones religiosas, televisivas y deportivas que nos engañan, se suman al culto a la droga. Es, para ellos, un gran negocio, que da grandes beneficios y poder a quien lo controla; y sin embargo los rendimientos del mito de la "lucha contra la delincuencia" (¿has visto que criminales ricos vayan a la cárcel?) justifica exprimir a los trabajadores y las comunidades pobres.

No somos amigos de la burguesía, de ningún burgués, legales o ilegales: todos emplean, explotan y oprimen a "soldados", "trabajadores" y a las comunidades. Pero la mayor banda criminal siempre fue y será el gobierno estatal que reune a todos los ricos y poderosos para controlar a los trabajadores con su policía, sus tribunales, sus fuerzas armadas. Los gobernantes de todas las instituciones que los apoyan son enemigos a muerte de los trabajadores. Si así no fuese, nos protegerían en vez de detenernos, matarnos y dejarnos abandonados a la miseria, sin salud, transporte, educación, vivienda y alimentación decente.

En esta guerra no hay "buenitos", solo hay bandidos, dos lados disputando quién obtiene el dinero y el poder sobre los cuerpos de los trabajadores que tienen la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado o en la empresa equivocada. Y como quien mata a los pobres NUNCA será castigado por el gobierno de los ricos, continuamos enterrando a amigos, parientes y vecinos, personas inocentes que luego de sacrificadas se las presenta como "criminales" o "víctimas desconocidas"...

Ahora, para crear noticias que sirven de propaganda los candidatos de todas los partidos en las próximas elecciones, los dueños del poder preparan una guerra. Un enfrentamiento nacional entre bandidos uniformados y no uniformados en los barrios populares de todo el país estalló desde Mayo de 2010. Esta es información seria, no un rumor. Ya ha comenzado, con el ataque general de la policía antidisturbios a todo el mundo que se atreva a levantar la cabeza y protestar, e incluso aquellos que no están haciendo nada. Al igual que en Mayo de 2006, la disputa comercial sobre la división de los beneficios del crimen va a crear ataques de lado a lado, con la gente en medio del fuego cruzado. Ellos saben que el pánico de la población rinde votos a favor de la promesa de "seguridad". La seguridad es su negocio, por supuesto. Todos, sin importar su rango, posición o rol en la comunidad, BANDIDOS, LADRONES DE NUESTRO SUDOR, ASESINOS DE TRABAJADORES Y MENTIROSOS. No podemos confiar en ninguno y quienes lo hacen, cavan su propia tumba y la de su familia y amigos. Solamente nosotros mismos podemos defendernos. Pero, ¿cómo?

Contra tales opresores, no podemos confiar en remedios "legales" (pues ellos hacen las leyes) o "democraticos" (pues la democracia es la dictadura de los ricos). Tenemos el derecho y la obligación de defendernos y defender a nuestras familias POR TODOS LOS MEDIOS QUE SEAN NECESARIOS, inclusive por la fuerza. Para esto necesitamos organizarnos (en secreto, naturalmente), armarnos, entrenarnos, y estar listos para actuar de forma inteligente contra aquellos que quieren sembrar cadáveres en nuestras comunidades. Sólo la clase obrera, unida, organizada y armada, podrá evitar que continue la matanza, volver a llevar un poco de paz a nuestros barrios y evitar que el enemigo de clase nos siga tratando como ganado. Ya basta de pacifismo y de conformarse con este terror!

Trabajadores! La advertencia está dada! Reaccionar, o al menos difundir esta información, para que los incautos se puedan prevenir y evitar ser asesinados en las calles por los asesinos de la burguesía, encapuchados o no. Decir no al "toque de queda", al miedo y a la muerte sin castigo! Vamos a luchar para salvar nuestras vidas! Ninguna piedad para con los asesinos de trabajadores! Si ellos quieren guerra, tendrán una que nunca olvidarán!

Panfleto

Nos hablan de PAZ... y nos hacen la GUERRA!

Es siempre en nombre de la “paz”... de la “PAZ” en las favelas... de la “LIBERTAD” de la población dentro y fuera de la cadena, de la “SEGURIDA PÚBLICA”... de los empresarios, de los gobernantes... en nombre del “INTERES SOCIAL”... de la INTERVENCION “ASISTENCIAL”, “FILANTRÓPICA”, “HUMANITARIA”... ... que ELLOS nos preparan la “PAZ”... de los cementerios!

Despertemos! La guerra en las favelas y comunidades de Brasil es contra toda la clase trabajadora! Es contra NOSOTROS!!!!

La “paz social”, la sumisión a la dictadura del dinero, es lo que permite las masacres actuales!!

Trabajador! No creas que las nuevas leyes, o mas cárceles, o asesinos enmascarados, o políticos, o patrones del tráfico, o los media, o asistentes sociales, o líderes religiosos, u ONGs, etc., van a impedir las masacres. Para resistir a la barbárie capitalista, sólo podrás contar con tus propias fuerzas y las de tus hermanos trabajadores! Solamente la auto-defensa armada de las comunidades puede protegernos!

Contra la paz social, la paz de los cementerios, luchemos armados y unidos contra "nuestra" propia burguesía! Vamos a oponer a la unión de las burguesias internacionales la creciente unión de los trabajadores internacionalistas! Para salvar nuestras vidas.

Declaração Internacional

Novos massacres: ameaças de confrontações narco-policiais no Brasil

Dentro do atual contexto econômico, a burguesia em todo o mundo organiza medidas preventivas contra a revolta dos trabalhadores. Seus sinais começam a eclodir de diversas formas, mantendo, todavia, uma característica fundam

ental: em todos estes combates transparece o direcionamento para uma orientação subversiva e autônoma da luta dos trabalhadores contra a ditadura capitalista. Contra o avanço da exploração e pela própria subsistência, setores inteiros da classe trabalhadora passaram à ofensiva contra as ameaças dos patrões, dos governos e de tudo aquilo que impõe as medidas de miséria para garantir seus lucros. Enquanto somos sacrificados ao deus da economia, para garantir o bom andamento de um sistema social onde sempre arcamos com os custos e os prejuízos, os parasitas sociais estão abrigados de qualquer carência. Certamente armando os novos ataques: demissões, aumento do custo de vida, despejos, destruição física e mental dentro e fora do local de trabalho, etc. Se um cotidiano insalubre, fúnebre de tão miserável, é a herança maldita que esta sociedade hipócrita dedica aos seus escravos assalariados, é necessário lembrar que não som

os zumbis automáticos - em que pese a lavagem cerebral educacional, midiática, consumista, etc., esvaziando ainda mais o vazio medíocre de viver sob esta tirania sem paralelo que é o capitalismo. Nos quatro cantos do mundo, setores inteiros da classe trabalhadora resistem e questionam as sagradas medidas da economia: “rebeliões da fome”, levantes, greves e ação direta na Grécia, Coréia do Sul, França, Argélia, Sudão, Birmânia e recentemente, Quirguistão... Trabalhadores que observam que nada têm a perder com a sociedade atual e que a vida pode ser muito mais do que agonizar 12 horas e vegetar nas outras 12 em troca de alguns centavos diários. Em todos os lugares proliferam as ocupações, os enfrentamentos contra o Estado e seus destacamentos de mercenários... O ódio à propriedade privada se espalha e, nesta conta, deve até ser incluída a revolta individual e ditada nos termos do sistema representada pelo aume

nto cataclísmico dos chamados “crimes contra a propriedade”. Quando a burguesia detecta qualquer abalo social (muito além dos recentes abalos sísmicos haitianos ou chilenos), ou ameaças consideráveis aos seus lucros, as medidas de emergência são amplas e recorrentes. Tudo é feito para evitar que este mundo, que ela nos obriga a carregar nas costas, caia sobre a sua cabeça. A primeira ofensiva é feita com o que está sendo o discurso de todos os dirigentes burgueses, de direita e de esquerda, fundamentalistas ou laicos, militares ou civis: antiterrorismo e terror estata

l, mobilizações militares, pânico e histeria visando à guerra, controle policial, política carcerária e manicomial, etc. Uma guerra é uma oportunidade lucrativa, todavia desgastante para os imperadores financeiros e seus mandarins estatais. Os donos do poder na sociedade burguesa fazem a guerra como fazem seus investimentos: em busca de lucro certo e com riscos calculados. É necessário enfraquecer o inimigo, desmobilizá-lo, desmoralizá-lo previamente, para que sua resistência seja mínima, ou controlada ao máximo. Para isto a burguesia recorre ao seu setor que faz pacificamente nos faz guerra, transformando-nos em alvos fáceis sem a menor capacidade de resistênc

ia: nacionalismos, eleições, partidos, sindicatos, ONGs, facções religiosas, organizações mistas (semi-mafiosas e semi-estatais), filantropos, pacifistas, charlatães e manipulações diversas.

É deste modo que uma classe social que se levanta novamente para derrubar o poder dos predadores do mundo, com promissoras perspectivas de construir uma sociedade superior à atual é desviada para objetivos que só podem beneficiar seus exploradores. Desarticulados, desorganizados, sem uma noção coerente dos p

róprios objetivos, são presas fáceis dos diferentes setores burgueses. Cada rebelião que retrocede, cada colaboração com a legalidade, cada acordo ou delegação de poder a representantes burgueses entre nós (que sempre dizem ser ”nossos” representantes), é um incêndio apagado que prolonga a existência da aberração capitalista. * * *

Na América do Sul e principalmente no Brasil, isto não é diferente. Os desconcertantes contrastes sociais entre o mundo luminoso da riqueza e o universo de miséria nas suas sombras nada mais fazem que incentivar com maior resolução a guerra social. Antes a burguesia recorria a militares e líderes democráticos atacando e distraindo simultaneamente os proletários. Esta estratégia teve êxito ao prosseguir a carnificina democrático-fascista das últimas décadas, mas expôs suas limitações. Só aumentou a miséria resultando no cenário óbvio do aumento das confrontações sociais. Nas favelas, nos

campos, nas “reservas indígenas”, nas prisões, nas ocupações rurais e urbanas, dentro das empresas - a atmosfera era, e em grande parte continua sendo, de desilusão

e revanche contra a vida que o capital a todos impõe. Hoje, crápulas como Lula são necessários, porque seu histórico de sabotador de greves (na época em que encenava seu papel de “operário pobre”), o transforma, e ao conjunto de forças que o apóiam, no setor burguês mais habilidoso no controle social. Apoiando e reforçando-o temos a “oposição” direitista antes no governo, fanática em retratá-lo como “contestador”. Nem tudo é milagre, e por maior que tenha sido a infiltração sindical-onguista nas lutas contra o regime, bem como a doutrinação cidadã e eleitoral, a miséria prossegue, e a revolta que ela acarreta também. Nas favelas brasileiras, verdadeiras masmorras sociais banidas dos santuários do dinheiro, nossa classe sobrevive em circunstâncias tais que invejamos as dos animais em extinção. Condenados a sucumbir na indigência, em um ambiente onde os poucos que trabalham são considerados “privilegiados”, o inferno viv

o das favelas e bairros proletários impõe aos trabalhadores um cotidiano de terror, onde todos são “suspeitos” e alvos das invasões policial-militares, ao mesmo tempo em que o despotismo das grandes organizações de narcotraficantes (CV, PCC, ADA, TC, etc.) impõe sujeição irrestrita. Diferente das lamentações da imprensa e de outros demagogos filantrópicos, o Estado está sempre presente nas favelas: invasões militares, despejos (às vezes disfarçados de incêndios “acidentais”), cobranças violentas de impostos, pactuação com as organizações criminosas, eleições...O cotidiano é previsível: a grande maioria, consciente do fato de ser “descartável” dentro de um sistema social que não precisa empregá-la, ou vai morrer trabalhando em trabalhos informais, precarizados e temporários, que nem garantem o mínimo para respirar, ou conhecerá a prisão (se somando aos 473.000 proletários encarcerados no Brasil). Outros morrerão em confron

tos urbanos, alistados nas forças estatais (o trabalho na polícia é visto como oportunidade de emprego nos setores menos qualificados do proletariado brasileiro) ou nos comandos do tráfico.

Os políticos, no governo e na “oposição” sempre vão aos subúrbios, às favelas, aos redutos da miséria, traficar com a desgraça da nossa classe, prometer sonhos de mudança sem transformação, distribuir esmolas em troca de vassalagem social. A miséria é causa e produto da dominação burguesa, quanto um produto lucrativo, fábrica de vantagens para diversos setores burgueses. Porque é exatamente onde a penúria se propaga que os políticos, o Estado e seus aliciadores esportivos, igrejeiros e assistenciais mais tentam se instalar. E em conjunto com eles, dentro e fora das prisões, nas favelas de um modo mais geral, os soldados do PCC (o

u do Comando Vermelho, em outros lugares) recrutam na mesma miséria que alimenta os outros burgueses, o Estado e seus jagunços. As explosões de indignação social contra o Estado brasileiro eclodem em todos os locais. Nas favelas e prisões os barões do tráfico tentam capitalizar em benefício próprio esta indignação, arregimentando setores inteiros que se opõem à legalidade e não vêem sentido em seguir o atual sistema social. São estes setores que resistem, ou tentam resistir, que lutam ou enquadrados pelo Estado em nome da “segurança pública” (não necessariamente alistados na polícia) ou pelos comandos do narcotráfico. Em vez da luta direta e autônoma contra o que os explora, os trabalhadores são muitas vezes levados pelos interesses dos seus exploradores, transformados em ‘infantaria’ disposta a atacar e defender conforme as ordens do Estado ou dos generais do tráfico. É deste modo que trabalhadores são arregimentados, org

anizados e comandados por ambos os lados, para matar e morrer pela continuidade da miséria, da opressão social. Foi deste modo que, entre maio e setembro de 2006, a indignação proletária foi desviada em apoio ao PCC nas principais favelas e prisões de São Paulo e de diversos outros estados brasileiros. Uma ofensiva do tráfico teve como resultado um verdadeiro massacre de pobres, patrocinado pelos governos federal e estadual, na contra-ofensiva da polícia e dos grupos de extermínio (que só em São Paulo matou mais de 510 pessoas). Enquanto o PCC dava as ordens para que seus efetivos saíssem das ruas, ao costurar um evidente acordo com os representantes do governo paulista entre 14-15 de maio, um toque de recolher em todo o estado de São Paulo (um verdadeiro estado de sítio) fora decretado por esquadrões da morte e forças policiais (que anunciavam extermínio em massa nos dias seguintes, para segundo a linguagem dessa escória “limpar” as ruas e favelas). Identificado como “benfeitor” por ações filantrópico-demagógicas que realiza em algumas favelas, ou como “vingador” dos proletários humilhados e trucidados pelo Estado por décadas, o PCC foi beneficiado pelas ações de trabalhadores que, sem ter qualquer ligação com esta organização, saíram às ruas atacando seus eternos inimigos: policiais, empresas de tra

nsporte (em grande parte responsáveis pela elevação do custo de vida no país), poder judiciário (ataques a tribunais), bancos, etc... Foram estes setores da nossa classe, que não respeitaram nem seguiram o cessar-fogo imposto pelo PCC em 15-16 de maio de 2006, que acabaram, por estarem desorganizados, desarmados e mais expostos, barbaramente exterminados pela contra-ofensiva policial de 16-18 de maio. Às centenas de cadáveres espalhadas por todo o Estado de São Paulo, que em muito ultrapassam o número oficialmente divulgado (basta considerar os que foram enterrados em cemitérios clandestinos, desaparecidos, etc.), a imprensa, velha arma de guerra do capitalismo, vai opor o mito dos “boatos”, de que “não existiu” toque de recolher, que o número de mortos era “pequeno” (o que tiveram que desmentir no final do ano), de que a “tranqüilidade” regressou, etc....

Foi este episódio, enfim celebrado pela burguesia brasileira para iniciar uma onda de terror contra a classe trabalhadora

- lembremos a paranóia e as numerosas declarações do tipo: “Esse foi o nosso 11 de setembro” – que constituiu a oportunidade para o Estado polarizar toda a sociedade no maniqueísmo terrorismo/antiterrorismo, ou segurança pública/crime organizado. A segurança do Estado é necessariamente a insegurança da classe trabalhadora e os criminosos que nele se organizam querendo preservar seus lucros tentam agora vender o maniqueísmo do “bem” contra o “mal”,

fazendo desaparecer a ligação entre seus latifúndios e o tráfico de drogas, ocultando a ligação entre seus

mercenários fardados e os grupos de extermínio que vendem assassinatos e escolta a traficantes e “homens de bem” no comando da polícia e no governo, mitificando o encontro de interesses entre partidos políticos e organizações como o PCC. Contra a união de interesses entre todos os setores da burguesia (agora expondo o espantalho da “segurança pública” em prol de medidas de emergência que ameaçam toda a classe trabalhadora); contra a onda de operações de extermínio que marcou os anos de 2007-2008 (principalmente nas favelas do eixo Rio-São Paulo), a classe trabalhadora, em diversos bairros proletários do país, se levantou em massa contra seus inimigos. Resistência aos despejos, lutas contra os resultados das “catástrofes naturais” nos morros e subúrbios (mais resultantes de políticas segregacionistas dos governantes que das chuvas); da contra-ofensiva às ações policiais sempre matando trabalhadores que tiveram o azar de estar na sua passagem. Todo o ano de 2009 foi marcado por grandes atos de insubordinação social, que em parte saíram do dilema “narcotraficantes x policiais”. Repercussão da onda de greves e ocupações de 2007-08, as rebeliões nos subúrbios e favelas durante o ano de 2009 são limitados p

renúncios da futura guerra social, que força burguesa alguma poderá controlar.

Contra estas lutas, a burguesia mobiliza seus operativos e suas ideologias, sempre em defesa dos interesses do capital, sejam eles legais ou ilegais. Em 2006, todo o cenário de confrontação em São Paulo viabilizou sua utilização pelos dois grandes conglomerados eleitorais do país: o PT de Lula e o PSDB do governador José Serra. Para o PT, era a prova definitiva da incapacidade de seus opositores em matéria de segurança do Estado - e do

necessário ataque aos bairros proletários que a acompanha. Para o PSDB e seus seguidores na imprensa (principalmente a revista Veja), o confronto era o resultado de alguma conspiração entre PT e PCC para desestabilizar São Paulo e interromper a dinastia de 12 anos (hoje 16) do PSDB no governo estadual. Tal episódio não foi mais explorado porque os escândalos de corrupção no PT tiveram mais destaque.

Hoje, o proletariado não vê maiores significados no teatro eleitoral. Os preparativos eleitorais são desmoralizantes e deploráveis da parte das facções burguesas, e a inexistência de escolha dentro do sistema está cada vez mais explícita. A sedução cidadanista e o recrutamento para ir votar são cada vez mais uma pregação no deserto. O problema necessita de uma solução e a burguesia não demora a desenvolvê-la e executá-la. E nada melhor do que chamar a atenção da farsa eleitoral com operativos de guerra e controle social. Diversas cidades brasileiras estão sendo verdadeiros laboratórios repressivos, com os freqüentes reides policiais, com a guerra narco-policial servindo de álibi para operações militares (ex: os morros do Rio de Janeiro em 2006-2007), ou novidades legislativas, que democraticamente impõem o controle ou deslocamento de pessoas. Lembremos as reorganizações urbanas no litoral de São Paulo em benefício das empresas portuárias; a “adaptação” de regiões inteiras para a Copa do Mundo de Futebol em 2014; os crescentes treinamentos militares de “controle de multidões”; ou o “toque de recolher para menores” em diversas cidades. Tais são os ensaios burgueses para enfrentar os trabalhadores.

Quanto mais se aproximam as eleições, mais escandalosas são as tentativas do Estado e da burguesia para mostrar controle social, e que a “ordem pública” está garantida. Se traficantes, juízes e legisladores (dirigentes burgueses em geral) podem decretar “toque de recolher”, com poder de vida e morte em suas “jurisdições”, este exercício de poder é reconhecido pela maioria das facções burguesas,, mais ou menos articuladas em uma política de não-agressão e coexistência pacífica. Porém, como a lei do capitalismo é a concorrência e o lucro a qualquer custo as facções legais e ilegais não tardam a entrar em confronto, e a disputar de modo pacífico ou violento a dominação e o monopólio da opressão social. Não existe a “paz”, o que existe é o controle provisório sobre a guerra. Desta forma, ganham destaque nos últimos dias as confrontações recentes entre os comandos narcotraficantes e o Estado “oficial”. Inicialmente a imprensa impõe um significativo silêncio acerca das matanças policiais, sua velha desinformação expondo em abstrato o tema dos assassinatos nos subúrbios, até que a confrontação eclode de modo sistemático, como uma guerra de exércitos; e logo repercute o maniqueísmo do “bem contra o mal”. Em Contagem (Minas Gerais), líderes do tráfico de drogas sitiaram a cidade de 02 a 21 de abril, ordenando o fechamento de todos os estabelecimentos comerciais, empresas, escolas, etc. Tudo depois da morte de dois indivíduos, acusados de tráfico pela polícia e pela imprensa, e que, segundo os moradores dos bairros afetados, não tinham conexão com as organizações narcotraficantes. Uma possível causa da ordem imposta pelos traficantes não foi o assassinato em si, mas o fato de ele ter sido realizado em sua “jurisdição” por policiais. Proletários saíram às ruas para protestar, e ônibus foram queimados. Nem a descomunal mobilização de tropas policiais dispostas à guerra, executando diversas prisões, foi capaz de minimizar o episódio. No último ano, na região metropolitana de Belo Horizonte, foram freqüentes os toques de recolher atribuídos a traficantes. Somente em Betim, foram 3 episódios semelhantes em 2009. No início deste ano, a guerra entre traficantes e policiais resultou em 9 mortes (segundo contagem da imprensa), resultando em novo sitiamento da cidade.

No Estad do Rio de Janeiro, onde este tipo de ocorrência é freqüente, uma guerra entre comandos do narcotráfico na cidade deVolta Redonda resultou em um assassinato e ordens de toque de recolher em vários bairros. A morte de um jovem que ousou circular nas ruas, desacatando a ordem, fortaleceu a determinação dos traficantes e igualmente as invasões policiais.

No litoral de São Paulo, graves confrontações entre grupos de extermínio (compostos por policiais) e setores do PCC resultaram em uma onda de assassinatos, principalmente na cidade de Guarujá. Inicialmente a imprensa silenciou as execuções e a ligação entre as mortes, as freqüentes ordens de toque de recolher impostas em fevereiro e em 12 de abril.

Moradores das favelas passaram a ser atacados com mais freqüência pelos grupos de extermínio, realizando morticínios indiscriminados. Quando policiais passaram a ser atacados (um deles foi fuzilado em Guarujá), o número de mortos aumentou em todas as cidades da região (Santos, Cubatão, São Vicente, Praia Grande); e, no período entre 19-21 de abril, as ruas de Guarujá foram esvaziadas por ordem dos grupos de extermínio. Em 22 de abril foi a vez de Cubatão passar pela experiência de ondas de assassinatos, atentados e toques de recolher. Em 23 de abril, nos subúrbios da cidade de Santos, (principal cidade da região, onde está o maior porto da América Latina), proliferaram os assassinatos e o mesmo estado de sítio das outras cidades foi imposto.

A imprensa sonega o número real de assassinados, seguindo sua velha tática de desinformação, falando no “início” do extermínio somente após 18 de abril, e tratando o estado de sítio na região como resultado de “boatos”, e não obra deliberada de forças organizadas do próprio Estado. Neste último caso a repercussão foi mais ampla, por atingir simultaneamente um conjunto de cidades importantes – com Guarujá no centro da guerra – pela divulgação em toda a imprensa nacional. Informações que chegam da região informam aumento dos efetivos policiais, incluindo a ROTA (Rondas Ostensivas Tobias de Aguiar), tropa de elite policial especialista em extermínio), e a Tropa de Choque, ambas da Polícia Militar (policiamento ostensivo paramilitar sob autoridade dos governos estaduais, como os Carabineros do Chile ou os “State Troopers” ianques) do Estado de São Paulo. Temos aqui uma previsão de uma guerra urbana para os primeiros dias de maio . Tanto forças do narcotráfico como policiais estariam arquitetando para o período entre 01 e 09 de maio uma seqüência de represálias recíprocas pelas recentes mortes de policiais e soldados do tráfico na região. Os demais mortos, trabalhadores desarmados fuzilados no período, principalmente por grupos de extermínio, seriam os “danos colaterais” deste enfrentamento. Informações vindas dos bairros proletários e até de meios policiais informam que uma colaboração, no sentido de ajuda mútua, entre o PCC de São Paulo e o Comando Vermelho do Rio iniciaria uma onda de ataques nos dois estados muito maior do que a de 2006.

As represálias e invasões policiais em Contagem (Minas Gerais) e no litoral de São Paulo despertam aversão por parte dos proletários. Na região de Santos (São Paulo) as mortes não só continuam depois das invasões policiais, como os espancamentos, as prisões, as humilhações a quem mora nas favelas aumentaram, principalmente depois da chegada de “reforços policiais” e dos esquadrões especiais (como a ROTA) vindos da capital do Estado. É esta antipatia, esta oposição a mais este aumento da violência estatal - que é uma violência contra toda a nossa classe - que grupos como o PCC pretendem explorar. Ao invés de força organizada contra o Estado e o capital, estejam onde estiverem, no governo ou na ilegalidade, o PCC contará com milhares de voluntários que serão um valioso efetivo nos futuros enfrentamentos. Diante de tudo isto, temos um quadro claríssimo do que ocorre e está por ocorrer:

- Grandes setores da imprensa e da própria burguesia lamentam os assassinatos e “toques de recolher” somente nas regiões centrais, por atrapalharem atividade comercial, a vida escolar, as grandes empresas, etc. “Que morram as pessoas, mas que o lucro tenha boa saúde!”. Ao mesmo tempo, e com muita hipocrisia, solicitam a militarização da sociedade, o aumento dos efetivos policiais, a mobilização das forças especialistas em extermínio, enfim, de tudo o que provoca mais confrontos e “toques de recolher”;

- Já começam os preparativos para mais uma onda de extermínio e para a guerra inter-burguesa em São Paulo: traficantes anunciam ordens de ataque para o início de maio, fortalecem seus efetivos, aumentam o poder de fogo... Outros setores da burguesia (no Estado), mobilizam grandes efetivos policiais, e já falam em “enfrentar o poder paralelo” (jargão freqüente na imprensa burguesa), “restaurar a ordem” para evitar os “incômodos” transtornos nas áreas comerciais, conquanto que as pilhas de cadáveres sejam contadas nos subúrbios. A burguesia fala que a situação está “sob controle”, enquanto o Consulado norte-americano recomenda a turistas e comerciantes ianques que evitem a região litorânea de São Paulo. Ao falarem de paz, preparam a guerra;

- PT e PSDB acusam-se mutuamente em decorrência da chamada “onda de violência” no litoral paulista. Uma generalização dos confrontos tendo como teatro de operações um ou mais estados do país seria o mote ideal para tornar as eleições mais “interessantes”. O circo eleitoral deve ganhar popularidade e o Estado de direito deve continuar a oprimir com a colaboração dos que oprime, por mais sangue que faça correr. O preço a pagar pelas “liberdades democráticas” pode ser contado pela quantidade de cadáveres que deixa em seu rastro.

Esta exploração eleitoral, diretamente orientada contra a nossa classe mostra que no início e no final destas confrontações o maior beneficiado é a burguesia. A matança que está em andamento, e cuja generalização se articula para além de São Paulo, é o prefácio do ritual eleitoral, renovação permanente da negação dos interesses dos trabalhadores, delegando mais uma vez àqueles que ordenam os massacres, as invasões militares, os cortes salariais, as políticas de miséria seu futuro e sua iniciativa social. Enquanto o PT pode finalmente atacar a incompetência do ex-governador direitista (e novamente candidato a presidente) José Serra por não ser um carrasco mais eficiente, pode também ocultar os mortos da Operação “Paz no Campo”, realizada pela governadora petista Ana Júlia no Pará. Pode também ocultar as ações da polícia genocida da Bahia sob comando do governador petista Jacques Wagner - com ondas de extermínio em Vitória da Conquista, Feira de Santana e Salvador nos primeiros meses do ano, com dezenas de mortos e desaparecidos,

em grande parte arrancados de casa pelos próprios policiais uniformizados e executados, de joelhos, no meio da rua. Finalmente pode ocultar as ações do governo de Sérgio Cabral (PSDB) do Rio de Janeiro, importante aliado de Lula, que tem patrocinado as mais atrozes campanhas de extermínio nos morros e bairros proletários nos últimos anos. Desde os massacres preparatórios dos jogos Pan-Americanos de 2007 à instalação de “Unidades de Polícia Pacificadora” (UPP), implantando verdadeiros reinados de terror em algumas favelas, que em muito ultrapassam o despotismo dos traficantes.

A tudo isto deve ser agregado o Pronasci (Programa Nacional de Segurança e Cidadania), patrocinado pelo governo federal dentro dos planos do “PAC da Segurança”, visando à formação de delatores nas favelas, distribuição de esmolas a setores pauperizados e extermínio generalizado dos “socialmente indesejáveis”. Coroando a obra a invasão do Haiti, onde a ‘expertise’ terrorista dos militares sob as ordens de Lula se aperfeiçoa nos enfrentamentos contra o proletariado local. É óbvio que a tradição genocida dos setores direitistas tradicionais é realçada a cada nova onda de extermínio como esta; e se o holocausto capitaneado pelo PT pode existir, isto é inseparável da sua articulação com os setores burgueses “opositores”: Eduardo Paes e seu “Choque de Ordem”, no Rio de Janeiro, as ações histéricas do prefeito paulista Kassab, o governo mafiocrata de Yeda Crusius o Rio Grande do Sul, etc. Toda a “adversidade”, a “confrontação” que na aparência a burguesia transmite em suas pelejas políticas, é mais uma discussão de meios do que sobre os fins: todas as facções estão de acordo sobre a necessidade de administrar a miséria e com o sangue derramado na defesa da lei e da ordem, prosseguir a infame ditadura do dinheiro. O mesmo é válido para as confrontações entre forças policiais e “poder paralelo”: ao contrário da guerra do “bem” contra o “mal” na qual querem que acreditemos, é uma disputa pelo monopólio da violência, pelo direito de escravizar a sociedade (ou parte dela). Ambas as facções em confrontação (seja o Estado oficial ou seu prolongamento ilegal) se equivalem. As pretensiosas bravatas e ameaças dos setores em combate não deixam dúvidas: traficantes ocupam regiões inteiras, exterminam, executam atentados e toque de recolher como “recado” a seus concorrentes, garantem presença nas ruas para fins de intimidação, etc. E a retórica das forças policiais em nada difere do linguajar das gangues. Diz a imprensa, parafraseando as bravatas estatais após o toque de recolher em Contagem: “A Polícia Militar (PM) busca estratégias para evitar que a situação se repita. Uma delas é se reaproximar das comunidades e mostrar que quem tem o domínio territorial e o monopólio do uso da força é do Estado, e não os criminosos” (“O Estado de Minas”, 18/04/2010). O mesmo pode ser dito sobre o deslocamento de “esquadrões de elite” para o litoral de São Paulo, com o fim de inspirar terror com “visibilidade nas ruas”.

É uma simples questão de setores burgueses medindo forças para não perder a dominação social. Enquanto as cúpulas da polícia e do tráfico articulam novos massacres e os partidos eleitorais (não só os dois principais partidos, mas uma série de partidos “alternativos”, dos trotskistas aos verdes, que quanto mais tentam se diferenciar, mais provam que são iguais) já imaginam o modo com o qual vão explorar as mortes ocorridas, a classe trabalhadora brasileira se encontra desorganizada e desarmada, após anos de hipnose democrática e messianismo eleitoral. Diante deste trágico quadro, só resta às minorias revolucionárias do proletariado denunciar estas ações sistemáticas e propositais por parte do Estado e do capital, que tentam o fim de desarticular ainda mais a solidariedade entre trabalhadores, alistando-os em uma ou outra trincheira burguesa. E com esta denúncia, devemos reforçar o chamado imediato à solidariedade e à organização revolucionária da classe trabalhadora contra todas as facções burguesas e suas manobras políticas, econômicas e militares. Ao terror burguês e às novas ameaças de extermínio de trabalhadores (sob o disfarce de guerra do tráfico ou contra o tráfico), devemos opor o programa revolucionário da classe trabalhadora e suas medidas de defesa e organização:

- NENHUMA COLABORAÇÃO COM A POLÍCIA. A “ordem pública” que ela defende é aquela onde 10% da população concentra 80% do que é produzido. É a ordem na qual nós trabalhadores somos obrigados a vender nossos dias e nossas vidas à escravidão ou simplesmente morrer de fome. Toda esta pseudo-inimizade entre a lei e o narcotráfico é para esconder que os barões das drogas são os mesmos que aprovam as leis no Congresso e mandam os esquadrões da morte com ou sem farda atacarem. E também ajuda a limpar a imagem do Estado, que autorizando o terror desta ou daquela organização criminosa pode bancar o “defensor dos oprimidos”;

- ATACAR AS BASES DE APOIO DO NARCOTRÁFICO: “associações comunitárias”, partidos políticos, igrejas e outros cavalos de tróia infiltrados nos bairros proletários que tanto servem ao Estado como aos comandos mafiosos. Boicotar os sentinelas, identificar os informantes, alistadores e serviçais das organizações de narcotraficantes.Estas organizações só costumam crescer em regiões onde encontram algum tipo de apoio, geralmente trocado por esmolas e políticas assistenciais semelhantes às das autoridades.Atacar o Estado é atacar o narcotráfico e vice-versa;

- INCENTIVAR À DESERÇÃO EM MASSA E CONTRA-ATAQUE dos apoiadores recrutados por ambos os lados em conflito;

- UNIÃO DOS TRABALHADORES EM ORGANIZAÇÕES TERRITORIAIS INDEPENDENTES, que lutem pelos seus interesses, sem influência eleitoreira, sindical, religiosa ou assistencialista. A luta dos trabalhadores é obra dos próprios trabalhadores. Incentivar e buscar a solidariedade com outras organizações similares acima das divisões étnicas, regionais, ou de status profissional (principalmente entre empregados/desempregados/subempregados);

- CONSTRUÇÃO IMEDIATA DA AUTODEFESA ARMADA PROLETÁRIA para eliminar os traficantes e destruir a polícia. Contra o terror burguês responder com a nossa única arma, se quisermos sobreviver: o terrorismo revolucionário;

- Contra os preparativos eleitorais que sempre lucram com a miséria e extermínios, ORGANIZAR AMPLAS MOBILIZAÇÕES E OPERATIVOS CONTRA AS CAMPANHAS ELEITORAIs: ataque aos comitês, promover o boicote e a luta contra as eleições e partidos, atacar os candidatos e correr com os cabos eleitorais que se atreverem a entrar nos bairros proletários, minar a influência da propaganda eleitoral e as ofensivas demagógicas dos políticos;

- ORGANIZAÇÃO DE UMA AMPLA REDE DEANGARIAMENTO E DIFUSÃO DE INFORMAÇÕES para fazer frente às deformações da imprensa;

- SOLIDARIEDADE IRRESTRITA COM TODAS AS GREVES, PIQUETES, INVASÕES, SAQUES, QUEBRAQUEBRAS E QUAISQUER OUTRAS LUTAS PROLETÁRIAS fortalecendo nossa luta unificada e construindo uma rede de apoio mútuo entre as lutas e organizações por elas criadas.

RETOMAR A BANDEIRA DA REVOLUÇÃO INTERNACIONAL !

CONTRA O TERROR CAPITALISTA, A GUERRA SOCIAL !

PELO COMUNISMO ! PELA ANARQUIA!

Dos Anarrestis, de algum lugar do Brasil.

Abril de 2010

Grupo ANARRES

E-mail: anarres@wildmail.com

http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article3632

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