domingo, enero 30, 2011

Golpe a golpe: cuando la mafia luce uniforme policial

(De MDZ) La inseguridad en el país está instalándose en la agenda de prensa y promete colarse en la política. Un informe del mensuario le Monde Diplomatique desnuda quiénes se ocultan detrás de los grandes golpes. Los 15 mil dólares por mes que cada comisaría "debe" recaudar.


Cada comisaría de la policía bonaerense o, "La Bonaerense", como se le denomina en la jerga, tuvo (y tiene) como misión recaudar unos 15 mil dólares por mes. Así lo afirma Ricardo Ragendorfer, periodista que junto con Carlos Dutil escribió el libro "La Bonaerense: historia de la policía de la provincia de Buenos Aires" y que ahora analiza la permanencia de las condiciones perversas e históricas de esa fuerza en un artículo de la revista Le Monde Diplomatique, (El Dipló).

Según el autor, la mitad de esos 15 mil dólares "se repartía entre el comisario, el subcomisario y el servicio de calle, en tanto que la otra mitad subía hacia las departamentales, donde tenía lugar un reparto idéntico: la mitad quedaba en el lugar y el resto sube a Jefatura".

El análisis del periodista se enmarca en las crisis de seguridad que se viven en las principales ciudades de Latinoamérica. Y se enfoca en los recursos con los cuales los países cuentan para hacerle frente. Por ello, da cuenta que los 50 mil hombres y mujeres que componen "la Bonaerense" como "la fuerza de seguridad más numerosa del país" comparten -junto con la Gendarmería, la Policía Federal y la Prefectura- "el estigma de la corrupción".

Al hablar de "la Bonaerense" señalándola con dureza como "el Cartel de Buenos Aires", Ragendorfer sostiene en El Dipló que "las más activas en los quehaceres ilícitos suelen ser las que operan en las grande urbes, por su densidad de habitantes y la creciente desigualdad social".

La forma de operar de la "mafia que se viste de azul", tal como la califica, se centra en, concretamente: "arreglos, extorsiones, impuestos, peajes y tarifas o, lisa y llanamente, la complicidad directa de los uniformados en un diversificado mercado de asuntos, desde los más lucrativos -tráfico de drogas, desarmaderos, piratería del asfalto- hasta establecer ´zonas liberadas´para cometer asaltos y secuestros extorsivos".

Por todo ello, el autor sostiene que, finalmente, "las tasas de inseguridad pública son directamente proporcionales al nivel de corrupción existente en las filas policiales".

La seguridad, un problema político

Ayer, MDZ sostenía que el gran problema de las políticas de seguridad en la argentina tienen que ver con el abandono que hizo la dirigencia política del tema. se los entreegó, directamente, a los uniformados, en lugar de conducirlo.

El periodista Adolfo Coronato, también en la edición especial de El Dipló, retoma la punta de un ovillo que largó al ruedo Marcelo Saín, el ex titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria que todos creían que iba a ser convocado por la Presidenta para integrar el nuevo Ministerio de Seguridad, y no lo hizo.

Coronato sostiene que "tras la delegación de la seguridad pública a manos policiales y su autogestión, subyace un pacto: la regulación del delito".

Y cita a Saín, cuando dice que "el poder político se cuida a sí mismo y la policía es el gran guardián, el gran apéndice del poder.

Es entonces cuando analiza cuál es el rol de una policía que es parte de la inseguridad. Dice Coronado: "La policía, primero, sirve para disciplinar a los sectores excluídos, controlandolos compulsivamente, y son los que pueblan las cárceles. Segundo: los grandes negocios iegales están policialmente regulados, como la droga y la trata de personas o el desguace de autos robados" y "tercero: la policía se autofinancia con el delito, toma de él lo que el Estado no le da".

La seguridad es bastante más que pedir seguridad

A la luz de los análisis, cuando alguien pide seguridad o cuando se relata un hecho policial, lo que se está haciendo es poner en evidencia la parte final de toda una maquinaria que acredita dos posibilidades: no funcionó como la gente cree que debería haber funcionado o bien, funcionó a la perfección, pero para sus propios intereses.

Lo que la política todavía no asimila es que si bien se benefician relativamente delegando el "gobierno de la seguridad" en los uniformados, su accionar desenfrenado y con los resultados que la crónica policial pone a la vista terminan, tarde o temprano, minando sus propia credibilidad.



Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/267371

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